Abrazos de medio minuto

ABRAZOS DE MEDIO MINUTO

La duración media de un abrazo entre dos personas es de 3 segundos. Pero los investigadores han descubierto algo fantástico. Cuando un abrazo dura 20 segundos, se produce un efecto terapéutico sobre el cuerpo y la mente. La razón es que un abrazo sincero produce una hormona llamada «oxitocina», también conocida como la hormona del amor. Esta sustancia tiene muchos beneficios en nuestra salud física y mental, nos ayuda, entre otras cosas, para relajarse, para sentirse seguro y calmar nuestros temores y la ansiedad. Este maravilloso tranquilizante se ofrece de forma gratuita cada vez que tenemos a una persona en nuestros brazos, que acunamos a un niño, que acariciamos un perro o un gato, que estamos bailando con nuestra pareja, cuanto más nos acercamos a alguien o simplemente sostenemos los hombros de un amigo.

Nicole Bordeleau ( A traves de Árbol de vida, Centro holístico & «Gestalt-Sol»)

Ilustracion: EL ULTIMO ABRAZO Olga Marciano
Óleo y acrílico sobre lienzo
2008

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Poderosas Caricias. La mejor de las Terapias.

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ABRAZOS DE MEDIO MINUTO

Poderosas caricias

PODEROSAS CARICIAS. La mejor de las terapias.

Las personas nacemos con cinco sentidos (Vista, Oído, Olfato, Gusto y Tacto) este último es el único imprescindible para nuestra supervivencia, ya desde nuestro nacimiento necesitamos de las caricias. La piel es nuestro sistema nervioso exterior que nos comunica con el medio ambiente y con los demás.

El psicoterapeuta Claude Steiner, desarrolló una teoría denominada «La economía de las caricias», donde pone de manifiesto, los efectos que produce en el ser humano, crecer, desarrollarse y vivir, dependiendo de la abundancia o  escasez de signos afectivos.

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CUENTO: La mujer perfecta.

CUENTO: La mujer perfecta.

Nasrudin conversaba con un amigo.

– Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?

– Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.

Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.

Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.

– ¿Y por qué no te casaste con ella?

– ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.